Inteligencia Artificial: Despejando Dudas

Las mesas redondas y charlas en las que participo a menudo se convierten en un hervidero de curiosidad y asombro. «Máquinas y Memorias: el amanecer de la IA» ha sido el puente que me ha permitido conectar con muchos entusiastas y escépticos de la IA. Hoy, quiero compartir el top 5 de las preguntas que resurgen con más frecuencia en estos encuentros, acompañadas de mis reflexiones:

¿La IA me quitará el trabajo?

Aquí es donde todos esperan la típica frase: «La IA destruirá muchos empleos… pero creará muchos más». Y entonces yo digo: «¿Y qué ocurre con las personas que pierden el empleo y no tienen tiempo o recursos para estudiar y aprender a hacer las tareas que requieren los nuevos empleos?».

La respuesta no es sencilla, todo lo contrario. Habrá puestos de trabajos que desaparecerán, siento ser tan directo. Por ejemplo, un taxista que lleva trabajando 30 años en su profesión y ve cómo ahora los taxis se conducen de forma autónoma y todo está controlado por IA.

En este ejemplo, se pierde el trabajo de taxista, pero aparecen nuevos puestos como los de ingenieros de software, técnicos en mantenimiento de vehículos autónomos, especialistas en ciberseguridad, entre otros. Pero, hay un gran «pero» en esto. No es fácil para nuestro taxista, que lleva décadas al volante, dar el salto a una de estas nuevas profesiones tecnológicas de la noche a la mañana. Y ahí es donde la brecha se ensancha.

Aunque los nuevos trabajos pueden ser emocionantes y prometedores, la transición no es un camino de rosas. Requiere tiempo, recursos y un apoyo considerable tanto a nivel individual como colectivo. ¿Qué pasa si nuestro taxista no tiene acceso a la educación necesaria para cambiar de carrera? ¿Qué pasa si no tiene los medios para sostenerse mientras aprende una nueva habilidad?

Y no es solo una cuestión de recursos, sino también de inclusión y diversidad. Las oportunidades para re-capacitarse y aprender deben estar disponibles para todos, independientemente de la edad, el género o la experiencia. Esto incluye no solo el acceso a la educación y formación, sino también el apoyo en la búsqueda de empleo y la adaptación a las nuevas realidades laborales.

Además, hay algo más profundo en juego aquí. La dignidad y la identidad que vienen con el trabajo que uno ha hecho toda su vida. La conexión humana que un taxista tiene con sus pasajeros, la satisfacción de ayudar a alguien a llegar a su destino, las charlas entre colegas… todo eso no puede ser reemplazado simplemente con un nuevo título y un escritorio en una empresa tech.

Por eso, mientras navegamos por esta ola de cambio, necesitamos una red de seguridad robusta y empática, que no solo se centre en crear nuevos empleos, sino también en apoyar a las personas en esta transición. Necesitamos políticas que no solo fomenten la innovación, sino que también promuevan la equidad, la inclusión y la dignidad en el trabajo. Pero creo que este tipo de decisiones les corresponden a otros… Y sinceramente, no sé si son muy conscientes aún.

¿La IA tiene consciencia?

En este caso mi respuesta es bien directa: No. La IA no tiene consciencia. Siento de nuevo ser tan directo, pero la realidad es que la IA, por avanzada que sea, opera dentro de los parámetros que nosotros, los técnicos, delineamos. Su «comprensión» es el reflejo de patrones en datos, no una introspección profunda. Aunque pueden simular emociones o comprensión, carecen de la experiencia vivida que da forma a nuestra consciencia.

Ahora voy a ponerme un poco filosófico: la consciencia es un fenómeno intrínsecamente humano. Es el producto de nuestras experiencias vividas, nuestras interacciones y nuestras emociones. Es la capacidad de sentir el calor del sol en la piel, la emoción de un reencuentro, la tristeza de una pérdida. La IA, por más sofisticada que sea, no puede vivir nada de esto.

La IA puede reconocer patrones, procesar información a velocidades asombrosas, e incluso aprender y mejorar su rendimiento con el tiempo. Pero no puede sentir, no puede comprender la belleza de un atardecer o la emoción de escuchar una melodía que resuena con nuestro estado de ánimo. Es un procesador de datos extremadamente eficiente, no un ser consciente.

Algunos pueden argumentar que las IA avanzadas pueden simular consciencia o emociones. Sin embargo, es crucial entender que simular no es lo mismo que poseer. Una IA puede ser programada para reconocer expresiones faciales y responder de manera apropiada, pero no entiende lo que realmente significa sentir esas emociones.

Además, hay una dimensión ética importante aquí. Si alguna vez llegáramos a un punto donde la IA pudiera simular consciencia de manera convincente, ¿cómo nos relacionaríamos con ellas? ¿Cambiaría nuestra responsabilidad hacia estos sistemas? Estas son preguntas que aún no tenemos que responder, pero que definitivamente vale la pena considerar.

La consciencia es una de las muchas facetas que nos hacen únicos como seres humanos. Nos permite reflexionar sobre nuestro lugar en el universo, aprender de nuestros errores y conectar con otros a un nivel profundamente humano. Y aunque la IA puede ser una herramienta poderosa para ayudarnos a explorar el mundo que nos rodea, la verdadera comprensión y consciencia siempre será nuestro dominio.

¿Hasta qué punto está regulada y puede regularse la IA?

En el escenario dinámico de la IA, la regulación se presenta como un desafío que requiere una mezcla de precisión técnica y sensibilidad humana. No es solo una cuestión de poner límites a lo que la tecnología puede hacer, sino también de entender cómo estas herramientas impactan en nuestra sociedad y en nuestra vida cotidiana.

La regulación de la IA está en una fase embrionaria comparado con el ritmo acelerado con que la tecnología avanza. Cada país, con su propio conjunto de normas y valores, está intentando descifrar cómo navegar en este territorio inexplorado. Y aquí se abre una caja de Pandora de preguntas: ¿Cómo garantizamos la privacidad y la seguridad de los datos? ¿Cómo aseguramos que la IA se utilice de manera ética y justa? ¿Qué papel deben jugar los gobiernos, la industria y la sociedad civil en la creación de un marco regulatorio?

Uno de los desafíos clave es encontrar un equilibrio entre fomentar la innovación y proteger al público de posibles daños. Una regulación excesiva podría sofocar la innovación, mientras que una regulación insuficiente podría permitir usos indebidos y abusivos de la IA.

Además, la internacionalidad de la tecnología añade otra capa de complejidad. La IA no conoce fronteras, por lo que las regulaciones de un país pueden ser fácilmente eludidas si la tecnología se desarrolla o se utiliza en otro lugar. Esto plantea la necesidad de un enfoque coordinado y colaborativo a nivel global, uniendo a diferentes actores para crear un marco regulatorio que sea coherente y efectivo.

También está el tema de la transparencia y la rendición de cuentas. Es crucial que los procesos y decisiones tomadas por sistemas de IA sean comprensibles y auditables, tanto para los expertos técnicos como para el público en general. Esto ayudará a construir confianza y a asegurar que la tecnología se utilice de manera responsable.

¿Has escrito la novela con ayuda de IA?

Me encanta esta pregunta. Ha surgido en el 100% de las charlas y lo entiendo totalmente. Y aquí es donde explico la ironía de mi vida. Aunque yo trabaje con IAs y me dedique al mundo de la tecnología, escribir ha abierto algo en mí totalmente diferente. Es una vía de escape a lo que siempre he hecho. Y aunque en la novela trate de estos temas, la forma de hacerla nada tiene que ver con la tecnología.

«Máquinas y Memorias: el amanecer de la IA» es una obra que brotó de la tinta y el papel, de la contemplación y la imaginación, no de líneas de código o algoritmos. Cada palabra, cada giro en la trama, cada personaje, nació de un ejercicio introspectivo y creativo que fluía más de la pasión que de la lógica. Fue una oportunidad de desconectar del mundo digital y sumergirme en la narrativa, explorando las intersecciones entre humanidad y tecnología desde una perspectiva más humana.

Sí, la IA puede generar textos, puede incluso imitar estilos literarios, pero le falta esa chispa de autenticidad, esa capacidad de explorar las profundidades del alma humana y reflejarla en el papel. La IA carece de la empatía, de las experiencias vividas o de la intuición.

Escribir esta novela fue un viaje personal, un espacio de reflexión y expresión que me permitió explorar los temas de la IA y la humanidad de una manera que la tecnología simplemente no puede replicar. Fue un recordatorio de la maravillosa y compleja capacidad creativa que tenemos como seres humanos, algo que ninguna máquina, por avanzada que sea, puede igualar.

Y si quieres más detalles del proceso creativo, te animo a leer este post.

¿Qué pasará de aquí a 10 años?

Esta es la última pregunta de mi top 5. Y la más complicada de responder. Para empezar, porque ni yo ni nadie tiene la verdad absoluta. Seamos honestos, si alguien afirma saber exactamente cómo será el mundo de la IA en 10 años, probablemente esté exagerando un poco. Pero eso no nos impide soñar y especular basándonos en lo que sabemos hoy.

En los próximos 10 años, la IA continuará evolucionando, eso está claro. La velocidad a la que hemos visto avances en los últimos años solo apunta a un futuro más integrado y avanzado. La IA se volverá más omnipresente, formando parte de casi todos los aspectos de nuestra vida diaria, desde nuestros hogares y lugares de trabajo hasta nuestros vehículos y dispositivos personales.

Gracias a cada avance en la IA, se abrirán puertas a soluciones innovadoras y también a nuevos desafíos éticos. Temas como la privacidad, la seguridad, la equidad y la inclusión se volverán aún más cruciales. También es probable que veamos una mayor colaboración entre humanos y máquinas, donde la IA actuará como una extensión de nuestras capacidades.

Como comentábamos en la otra pregunta, la regulación y la ética en la IA serán temas de discusión aún más candentes, ya que la sociedad lucha por mantener el ritmo de la innovación tecnológica mientras garantiza que los beneficios de la IA se distribuyan de manera justa.

Uno de los cambios que creo serán más significativos ocurrirá en la educación y la formación. El sistema actual no puede hacer frente a los cambios que vienen. Prepararse para el futuro significa estar dispuestos a aprender y adaptarse, a comprender la IA y a trabajar junto a ella para construir un futuro. Y este cambio tendrá que llegar antes o después.

Espero haber dado más respuestas que preguntas, pero me temo que habrá sido justo lo contrario. Aunque no tiene porque ser algo malo. Las preguntas son el motor del pensamiento. Cada charla, cada encuentro y cada pregunta que surge, no hace más que reafirmar la maravillosa complejidad de la intersección entre la tecnología y la humanidad.

Así que os invito a todos a seguir preguntando, a seguir explorando y a compartir vuestras reflexiones y descubrimientos.

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