Thomas Sullivan Hawthorne, más conocido como Sullivan en las calles sombrías que patrulla, es un personaje que emerge con fuerza en las páginas avanzadas de Máquinas y memorias: el amanecer de la IA. Llevando la insignia de inspector con una dignidad rústica, su semblante curtido y su estatura imponente son el relato mudo de las incontables batallas que ha librado, tanto personales como profesionales. En un mundo dominado por la tecnología, Sullivan se erige como una contradicción viviente, manifestando un desdén casi tangible por el avance mecánico, una aversión que suscita preguntas sobre su origen.
No obstante, su desarrollo narrativo es tan rápido como profundo, revelando una personalidad intrincadamente tejida y rica en matices. En Máquinas y memorias: El despertar de los recuerdos, se convierte en un pilar fundamental para Emma. Su relación evoluciona de forma orgánica hacia una dinámica paternal, en la que ninguno es plenamente consciente del profundo lazo que los une. Él asume un papel protector con un fervor casi paternal, ofreciendo a Emma un escudo contra las amenazas del mundo y, más significativamente, contra sus propias inseguridades.
Para ella, la presencia de Sullivan es un refugio inesperado, una conexión que no la constriñe sino que le permite explorar la plenitud de su ser. Es evidente que, para él, Emma ocupa un lugar irremplazable en su vida, un espacio en su corazón reservado para los hijos que nunca tuvo.