Una cosa está clara: la Inteligencia Artificial está poniendo patas arriba el panorama de numerosas industrias. Hoy quiero centrarme en un estudio reciente de Harvard Business School y Boston Consulting Group (BCG) que proporciona una perspectiva muy interesante sobre cómo herramientas como ChatGPT4 están influyendo en el mundo de la consultoría.
El estudio analizó a 750 consultores de BCG, aproximadamente el 7% de su fuerza laboral, enfrentándose a 18 tareas distintas. Los resultados fueron sorprendentes: aquellos utilizando ChatGPT4 superaron a sus colegas en todas las dimensiones. Completaron un 12.2% más tareas, un 25.1% más rápido y con un 40% más de calidad.
Los LLMs, como ChatGPT, destacan especialmente en tareas que requieren creatividad e innovación, aunque esto puede comprometer la precisión. Este hallazgo resalta la naturaleza impredecible de la IA, capaz de ofrecer soluciones innovadoras pero también de desviarse en tareas lógicas o matemáticas simples. Ethan Mollick, profesor de Wharton School, describe esta imprevisibilidad como la Frontera Irregular. La IA, según Mollick, es como una fortaleza con torres y bastiones irregulares: muy capaz en algunos aspectos, limitada en otros, y sin un manual claro de instrucciones.
Y aquí viene la que para mi, es la parte más interesante y sorprendente. Los resultados destacan una mejora del 43% en el rendimiento de los consultores considerados de bajo rendimiento cuando utilizaron ChatGPT4, en contraste con un aumento del 17% en aquellos que ya eran de alto rendimiento. Esta diferencia sugiere que la IA tiene un potencial notable para nivelar el campo de juego en entornos profesionales, proporcionando un impulso significativo a aquellos que podrían estar luchando, mientras ofrece una ventaja más moderada a los que ya son altamente competentes. Este hallazgo abre una interesante discusión sobre el papel de la IA como una herramienta democratizadora en el lugar de trabajo, potencialmente capaz de proporcionar mayores beneficios a quienes más los necesitan.
La investigación introduce además conceptos interesantes sobre cómo se integra la IA en el trabajo a través de dos entidades: los centauros y los cíborgs. Un centauro define qué hace el humano y qué hace la IA, aprovechando lo mejor de ambos mundos. Por otro lado, un cíborg implica una interacción constante con la IA, donde las líneas entre el aporte humano y el de la IA son menos claras. La distinción es crucial porque refleja dos enfoques diferentes de colaboración entre humanos y máquinas. Cada enfoque tiene sus ventajas y puede ser más adecuado dependiendo del contexto y de la tarea en cuestión.
El estudio también reveló que el uso de la IA en tareas consideradas fuera de la frontera tecnológica irregular podía reducir la probabilidad de encontrar soluciones correctas en un 19%. Esto subraya un punto crítico: la IA puede aumentar la productividad y la velocidad, pero también puede llevar a respuestas incorrectas si se usa inadecuadamente.
Este estudio no sólo destaca los beneficios potenciales de la IA, sino también los desafíos que trae consigo. En el mundo de la consultoría, como en muchos otros, la IA ofrece herramientas poderosas, pero su uso requiere cuidado, comprensión y sobre todo, un enfoque equilibrado.
Como ocurre en mi novela Máquinas y Memorias: el amanecer de la IA, la realidad de la IA es compleja y llena de matices. Nos encontramos en una era de exploración y aprendizaje, donde el equilibrio entre la inteligencia humana y artificial se vuelve cada vez más crucial.
¿Cómo crees que estos hallazgos afectan nuestra visión de la IA y su rol en el futuro del trabajo? ¿Ves la IA como un compañero centauro, un cíborg o algo completamente diferente? Anímate y comparte tus pensamientos y experiencias.