Capítulo 1: El mayor descubrimiento tecnológico en años [2065]

Era el año 2065, Emma estaba sentada en una cafetería. Era una mujer joven, de unos treinta y cinco años, con el pelo rubio y los ojos azules. Llevaba una chaqueta de cuero, camisa abotonada blanca y unos vaqueros. Estaba sentada frente a Liam, un hombre atractivo, de unos cuarenta y cinco años, con el pelo castaño y los ojos verdes. Liam era un detective privado y Emma sabía que era bueno en su trabajo, o eso le había dicho su jefa, la señora Parker.

La cafetería en la que se encontraban Emma y Liam era un lugar moderno, con paredes y suelos de vidrio reforzado que permitían una vista espectacular del paisaje urbano de la ciudad. Los muebles eran minimalistas, con líneas limpias y formas geométricas simples. Fabricados a partir de materiales avanzados, como aleaciones de carbono y polímeros sintéticos, estos elementos se fusionaban armoniosamente para crear un ambiente elegante y contemporáneo.

Las mesas eran de superficie lisa, con pequeñas pantallas táctiles integradas en la superficie, lo que permitía a los clientes ver el menú y hacer pedidos directamente desde su mesa. Las sillas, diseñadas con un enfoque en la ergonomía, eran completamente ajustables y contaban con una tecnología de adaptabilidad única. Al sentarse, el material de la silla se moldeaba al contorno y peso específico de cada individuo. Esto permitía una distribución uniforme de la presión a lo largo de la columna vertebral y las caderas, garantizando la máxima comodidad y apoyo personalizado.

La cafetería estaba bañada por una iluminación suave y mutable, proporcionada por luces LED que se deslizaban perezosamente a través de un espectro de tonos azules y cálidos. La transición gradual de un color a otro era casi imperceptible, sumergiendo el espacio en una danza lenta y constante de matices que iban desde un azul profundo hasta un anaranjado acogedor. Este juego de luces, que cambiaba lentamente, creaba un ambiente sereno y acogedor e invitaba a la relajación y a la conversación pausada. La música ambiental era una mezcla de sonidos electrónicos y naturales, que se combinaban para crear una atmósfera tranquila y pacífica.

En las paredes, había pantallas de alta definición que mostraban paisajes exóticos y vídeos promocionales de tecnologías futuristas. Había robots de servicio esparcidos por la cafetería, humanoides con movimientos precisos y fluidos que daban un toque de sofisticación al lugar. Sus cuerpos, de una aleación brillante y pulida, eran notablemente antropomorfos, diseñados para ser lo más amigables y accesibles posible. Sus «rostros» estaban equipados con pantallas digitales que mostraban expresiones simpáticas y acogedoras, y sus «ojos» parecían parpadear con un brillo amistoso. Se movían con una elegancia mecánica entre las mesas, tomaban pedidos con su suave voz sintética, servían con delicadeza y eficiencia y limpiaban mesas con una meticulosidad impresionante. A pesar de su naturaleza artificial, estos robots aportaban una extraña calidez al ambiente de la cafetería.

Liam, iré al grano —dijo Emma mientras extendía su mano en dirección a Liam y, acto seguido, descendía suavemente sobre la silla ergonómica frente a él. Al contacto, la silla se adaptó al instante, acunando su figura con precisión milimétrica.

Encantado de conocerte, igualmente —dijo Liam con su sonrisa iluminada por la suave transición de las luces, que en ese momento desprendían un cálido tono anaranjado.

Perdona —respondió Emma dando un suspiro—, llevo unos días con mucho trabajo y a veces me olvido de la educación.

No te preocupes, ya me he acostumbrado al ritmo en el que vivimos —dijo Liam encogiéndose de hombros.

Estoy aquí porque necesito tu ayuda —continuó Emma.

Claro, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó Liam.

Emma le contó a Liam todo lo que sabía. Le dijo que trabajaba en la multinacional Parker Enterprises, que era una de las empresas más grandes del mundo y que estaban a punto de lanzar un nuevo producto, una tecnología que permitía a la gente interactuar con la realidad a través de unas gafas especiales.

¿Y qué quieres que haga yo? —preguntó Liam.

Necesito que realices una auditoría interna a la empresa y descubras todo lo que puedas sobre el producto. La señora Parker está invirtiendo todo lo que tiene en la investigación del producto y quiere asegurarse de que no hay ninguna fuga de información. Y parece que tú eres la persona indicada para hacerlo.

Bueno… —respondió Liam—, agradezco el interés de Laura hacia mí.

¿Laura? —interrumpió Emma al escuchar el nombre—. Es curioso, hace tiempo que no escuchaba su nombre. Por aquí todos la llamamos señora Parker.

Bueno, yo puedo permitirme llamarla Laura —dijo Liam sonriendo.

Emma no supo qué responder, así que continuó con lo que quería decir.

Liam, necesito que te metas en la empresa y descubras todo lo que puedas sobre el producto. No sé si es seguro o si es peligroso, pero necesito saberlo.

¿Y por qué no le preguntas a Laura? —sugirió Liam—. ¿Peligroso, dices? Creo que hay algo que no me estás contando…

Sí… solo que… no puedo contarte todo —respondió Emma—, no puedo confiar en nadie. No sé si es porque estoy paranoica, pero necesito que me ayudes.

¿Paranoica? —preguntó Liam levantando una ceja.

Sí, paranoica —confirmó Emma asintiendo con la cabeza—, es una sensación extraña, como si estuviera siendo vigilada o como si me estuvieran siguiendo. No sé… es difícil de explicar.

No te preocupes, Emma —dijo Liam posando su mano sobre el hombro de ella, tranquilizándola—, te ayudaré. Aunque acabemos de conocernos, te ayudaré a tomar la decisión.

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