Cuando publiqué Máquinas y memorias: el amanecer de la IA, sentí que me tiraba de cabeza a una piscina sin saber si había agua. Aunque llevaba años escribiendo artículos sobre tecnología y relatos de ciencia ficción (algunos escondidos en carpetas con nombres como “versión_final_3_definitiva_revisada.doc”), esta era la primera vez que compartía una novela con el mundo. Y lo hice gracias al empujón decisivo de mi mujer, que me animó cuando ya tenía el manuscrito al 70%. Su confianza fue ese empujón que todo creador necesita, sobre todo cuando las dudas aprietan.
El primer libro es directo. Tiene una única trama, aunque con varios hilos que se entrecruzan. Va al grano, sin rodeos, y se lee sin darse cuenta de que se está terminando. Los personajes orbitan alrededor de esa historia central, sin perder el foco. Quise hacer un libro que fuera fácil de leer, pero con una pregunta de fondo que incomodara un poco: ¿qué pasa cuando las máquinas comienzan a mostrar signos de humanidad?
Después llegó Máquinas y memorias: el despertar de los recuerdos. Y este fue otro viaje. Un libro más ambicioso, más profundo. Una expansión real del universo que empecé en la primera parte. Esta vez decidí tomarme más tiempo, cruzar hilos narrativos, explorar a los personajes con más calma y al mismo tiempo hacer que la historia avanzara, que todo ese mundo creciera. El cambio de estilo no fue casual. Dos amigos lectores, muy aficionados a la ciencia ficción, me dijeron que el primer libro les gustó mucho, pero que se quedaron con ganas de más. De más historia, más profundidad, más humanidad. Tomé nota y lo apliqué.
Ahora estoy escribiendo la tercera entrega. El cierre. El broche final de esta trilogía que me ha acompañado durante tanto tiempo. Todavía no puedo contar el título, pero sí puedo decir que me está entusiasmando de una forma que no esperaba. Tiene un estilo nuevo, más estratégico, más enfocado, con una trama que avanza con paso firme hacia el final… pero sin perder esa esencia de Máquinas y memorias.
Dos lectoras me han ayudado a dar forma a esta tercera parte. Una me confesó que le había fascinado el tono corporativo del primer libro, ese juego de estrategias empresariales, decisiones en despachos donde no todo es lo que parece. La otra lectora me dijo que echaba en falta un poco más de geopolítica, de contexto internacional, de ese juego de poder entre países y corporaciones que tanto se presta a este universo. Ambas tenían razón. Y sus palabras encendieron una chispa.
Así que aquí estoy, en pleno proceso creativo. Está siendo un reto, claro, pero sobre todo un disfrute.
Gracias por seguir ahí, por leer, por comentar, por criticar con cariño y por empujarme a seguir escribiendo. No tengo palabras suficientes para agradecerlo.
¡Nos vemos en las últimas páginas!