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La Inteligencia Artificial General. ¿Sabemos qué es?

La Inteligencia Artificial General (IAG) se ha convertido en uno de los términos más debatidos y codiciados en el mundo de la tecnología. Este concepto, que representa el siguiente gran salto en la evolución de la inteligencia artificial, que según algunos expertos podremos alcanzar en poco más de un año (o incluso siendo optimistas a finales de este 2025), plantea un sinfín de preguntas y perspectivas diferentes. En este artículo, voy a explorar diferentes definiciones y enfoques para comprender qué es la IAG y qué implica alcanzar este ambicioso objetivo.

Definiciones diversas de la IAG

La definición clásica: La IAG se refiere a sistemas capaces de realizar cualquier tarea intelectual que un ser humano podría llevar a cabo, mostrando adaptabilidad y aprendizaje en una amplia variedad de dominios. Es decir, una IAG podría resolver problemas en campos tan diversos como la medicina, la ingeniería o el arte, sin necesidad de ser entrenada específicamente para cada uno de ellos.

La perspectiva de Shane Legg y Marcus Hutter: Estos investigadores han desarrollado una definición más formal basada en principios matemáticos. Para ellos, la inteligencia, incluida la IAG, radica en la capacidad de adaptarse a entornos abiertos utilizando recursos limitados, mostrando así una eficiencia y flexibilidad destacables.

La visión de OpenAI y Microsoft: Recientemente, OpenAI y Microsoft han propuesto un enfoque pragmático para definir la IAG. Según estos gigantes tecnológicos, alcanzar la IAG estaría relacionado con un hito financiero, fijado en la generación de 100.000 millones de dólares anuales en beneficios gracias a sistemas de IA. Esta perspectiva, más comercial, ha despertado opiniones divididas en la comunidad científica.

Mi perspectiva personal: La IAG, desde mi punto de vista, se define por su capacidad de aprendizaje en tiempo real. Para ilustrarlo con un ejemplo: si le pido a una IA actual, como ChatGPT, que verifique mi buzón de correo y detecte e-mails importantes, me responderá que no puede hacerlo porque no está diseñada para esa tarea. Sin embargo, una IAG verdadera me preguntaría cómo acceder a mi buzón, observaría cómo lo hago, aprendería y a partir de ese momento, sería capaz de hacerlo de forma autónoma.

La diversidad de definiciones refleja la complejidad y las numerosas dimensiones de la IAG. Mientras algunos enfoques se centran en las capacidades técnicas y adaptativas, otros priorizan factores más prácticos, como el impacto financiero y comercial. Esta disparidad de opiniones también evidencia que la IAG no es solo un reto técnico, sino también un fenómeno que redefine cómo entendemos la inteligencia y su relación con la humanidad.

Actualmente, las IA específicas han demostrado ser herramientas extremadamente útiles y potentes. Sin embargo, el salto hacia una IAG plena implica superar barreras tecnológicas, éticas y filosóficas. Las noticias recientes sobre los avances de OpenAI sugieren que estamos cada vez más cerca de alcanzar este hito, aunque queda por ver si su materialización responderá a las expectativas técnicas, sociales o económicas que la humanidad ha proyectado sobre ella.

El siguiente nivel: la superinteligencia

Alcanzar la IAG ya es un desafío titánico, pero muchos expertos coinciden en que el siguiente nivel sería el desarrollo de una superinteligencia: un sistema capaz de superar ampliamente las capacidades humanas en todos los ámbitos. Este concepto, hasta ahora solo contemplado en la ciencia ficción, es el eje de historias como las que se exploran en mis novelas Máquinas y memorias: el amanecer de la IA y Máquinas y memorias: el despertar de los recuerdos. Si quieres adentrarte en un mundo donde la tecnología rediseña nuestra existencia, puedes descubrir estas novelas aquí.

En definitiva, la Inteligencia Artificial General sigue siendo un objetivo ambicioso que podría transformar nuestra forma de interactuar con la tecnología. Aunque las perspectivas sobre lo que realmente constituye una IAG varían, una cosa está clara: el debate en torno a su definición y su impacto no hace más que enriquecer nuestra comprensión de lo que significa ser inteligentes, ya sea como humanos o como máquinas.

Y tú, ¿qué opinas?